José Luis Alvite era un pensador desde los márgenes, donde el margen no es un espacio físico sino una distancia. Una distancia que se construye a partir de un estado filosófico cionaresco, en relación a espacios continuamente en tránsito o “no lugares” (Marc Augé), y desde un tiempo circular en el que se entremezclan historias, memorias y vivencias (reales o imaginarias). Complementariamente, hay un Alvite construido por la crítica vista, leída y escuchada en sus años finales, que está referenciada fundamentalmente a la última parte de su obra, desde sus relatos en la radio y por alguna que otra entrevista realizada. Esa crítica lo ha catalogado como un autor metafórico e identificado por su vinculación a círculos taciturnos y de la periferia social. A la suma de pensador desde el margen y de autor periférico habría que añadirle su calidad de gallego (que para muchos implica lo marginal y lo periférico) que ha sido, como siempre utilizado en diferentes direcciones (alguna equivocada). Sigue leyendo