TOMAR PARTIDO POR LAS COSAS, Miguel Casado

A Viktor Shklovski –uno de los grandes del llamado formalismo ruso– le gustaba poner una viñeta de paisaje al principio de sus libros: describir un paisaje vivo, que sentimos al otro lado de la ventana, aunque nada tenga que ver en apariencia con las cuestiones de teoría literaria que el libro luego aborda. Así quería yo poner al principio de este texto, a modo también de viñeta, no un paisaje, sino unas palabras sobre la vida que el propio Shklovski escribía en un ensayo de 1923:

Vivimos en un mundo cerrado y mezquino. No sentimos el mundo en que vivimos, igual que no sentimos la ropa que llevamos encima. Volamos a través del mundo como los personajes de Julio Verne “a través del espacio cósmico en el vientre de un rayo”. Pero nuestro rayo no tiene ventanas.

Los pitagóricos afirmaban que no oímos la música de las esferas porque suena incesantemente. Quienes viven en las orillas del mar no oyen el rumor de las olas, pero nosotros ni siquiera oímos las palabras que pronunciamos. Hablamos un miserable lenguaje de palabras no dichas a fondo. Nos miramos a la cara pero no nos vemos[1]. Sigue leyendo