EL ARTE DE LA CONFUSIÓN. Una lectura de «Pensar desde la izquierda» (+ una propuesta factográfica), por Alberto Santamaría

 

Tal vez el Caballo de Troya fuera la primera obra de arte activista.

Basado por una parte en la subversión y, por otra, en la toma de poder,

el arte activista interviene tanto desde dentro como más allá de la fortaleza

sitiada en la alta cultura o “el mundo del arte”

Lucy Lippard

 “Un día de tormenta […] me hallaba luchando contra el viento en la esquina de una calle, cuando de pronto dio vuelta a la esquina un hombre con tal precipitación que chocó violentamente conmigo. Antes de que pudiera reponerse del susto y murmurar unas palabras, consulté con gran afectación mi reloj y, como si hubiera preguntado la hora, dije cortésmente: “Son exactamente las dos menos diez minutos” (aunque la verdad es que eran casi las cuatro), y continué mi marcha. Tras haber caminado unos cuantos pasos, me volví y pude ver que todavía me seguía mirando, evidentemente confundido y extrañado por mi observación”[1]. Esta anécdota pertenece a Milton Erickson. Sobre ella asienta las bases de una de las teorías claves de la psicoterapia breve: la técnica de la confusión. Esta técnica tiene algo que ver con la desviación pero con una forma de la desviación sometida al poder de la incertidumbre.  Lo que viene a decir Erickson —simplificando— es que tras una paralización inicial, todo estado de confusión provoca una reacción de búsqueda de causas o motivos que arrojen luz sobre la incertidumbre, así como sobre la sensación de inseguridad que ésta provoca. Es en ese estado de confusión donde proliferan, por ejemplo, los “lavados de cerebro”. Sigue leyendo

DEL ATALAYA AL OBSERVATORIO. El cine desde las instalaciones de Chris Marker, por Eduardo A. Russo

He decidido no utilizar más la palabra “instalación”, que ha encubierto demasiadas nulidades

Chris Marker[i]

La Zona Marker

La evocación de Chris Marker convoca inevitablemente a la interrogación por el cine. No para hacernos formular una vez más en clave ontológica ¿qué es el cine?, sino para renovar la cuestión en términos exploratorios, atentos a lo inestable, a ese estado donde conviven la incertidumbre junto a la posibilidad de orientación. La cuestión sería entonces, en términos caros a un Nelson Goodman, situar más bien cuándo es el cine, o de modo complementario: dónde está, de dónde proviene y hacia dónde se dirige eso que reconocemos como cine.

Por supuesto, cualquier respuesta posible a lo anterior oscila entre el ensayo y la conjetura, apelando a extrañas combinaciones de evidencia, ficción y teoría.

La interrogación sobre el cine en Marker ahonda en un verdadero black hole de la experiencia cinematográfica en cuyo espacio central no se encuentra más (ni menos) que una mirada. Fiel a su proverbial nomadismo, el autor ha deambulado largamente por los confines de lo cinematográfico, desde la escritura, la fotografía, el video, el film, la televisión o la panoplia de new media posibilitada por lo digital, tanto en distintos soportes físicos como en espacios virtuales. Más proclive al deambular por los márgenes que a la instalación en los centros, demorándose más en las cortezas que en los núcleos, ha ido  delineando los contornos de una verdadera zona markeriana cuyo relieve remite a una multiplicidad de experiencias que, no obstante su diversidad, cuentan con el cine como factor aglutinante. Sigue leyendo